El paso sin huella de los elfos
Fecha estelar: -309623.2
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El momento de hoy es para una característica de los elfos imaginados por J. R. R. Tolkien.
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El momento de hoy es para una característica de los elfos imaginados por J. R. R. Tolkien.
De entre las habilidades especiales de los elfos que habitan la Tierra Media se puede mencionar el hecho de que tienen un caminar muy ligero que apenas si deja huellas sobre la hierba o sobre la nieve.
Una escena donde esta habilidad se pone de manifiesto aparece en La Comunidad del Anillo, cuando los miembros de la Compañía intentan atravesar el Paso del Cuerno Rojo en el Caradhras. A pesar de las penurias de sus compañeros, a Legolas no parece afectarle el frío ni la gran acumulación de nieve. El fragmento donde se menciona es el siguiente:
Frodo observó cansadamente los copos que todavía caían saliendo de la oscuridad y revelándose un momento a la luz del fuego moribundo, pero durante largo rato no notó que nevara menos. Luego, de pronto, cuando el sueño comenzaba de nuevo a invadirle, se dio cuenta de que el viento había cesado de veras, y que los copos eran ahora más grandes y escasos. Muy lentamente, una luz pálida comenzó a insinuarse. Al fin la nieve dejó de caer.
A medida que aumentaba, la luz iba descubriendo un mundo silencioso y amortajado. Desde la altura del refugio se veían abismos informes y jorobas y cúpulas blancas que ocultaban el camino por donde habían venido; pero unas grandes nubes, todavía pesadas, amenazando nieve, envolvían las cimas más altas.
Gimli alzó los ojos y sacudió la cabeza.
—Caradhras no nos ha perdonado —dijo—. Tiene todavía más nieve para echárnosla encima, si seguimos adelante. Cuanto más pronto volvamos y descendamos, mejor será.
Todos estuvieron de acuerdo, pero la retirada era ahora difícil, quizás imposible. Sólo a unos pocos pasos de la ceniza de la hoguera, la capa de nieve era de varios pies, más alta que los hobbits; en algunos sitios el viento la había amontonado contra la pared.
—Si Gandalf fuera delante de nosotros con una llama, quizá pudiera fundirnos un sendero —dijo Legolas.
La tormenta no lo había molestado mucho y era el único de la Compañía que aún parecía animado.
—Si los elfos volaran por encima de las montarías, podrían traernos el sol y salvarnos —contestó Gandalf—. Pero necesito materiales para trabajar. No puedo quemar nieve.
—Bueno —dijo Boromir—, cuando las cabezas no saben qué hacer hay que recurrir a los cuerpos, como dicen en mi país. Los más fuertes de nosotros tienen que buscar un camino. ¡Mirad! Aunque ahora todo está cubierto de nieve, nuestro sendero, cuando subíamos, se desviaba en aquella saliente de roca de allí abajo. Fue allí donde la nieve comenzó a pesarnos. Si pudiéramos llegar a ese sitio, quizá fuera más fácil continuar. No estamos a más de doscientas yardas, me parece.
—¡Entonces vayamos allí, tú y yo! —dijo Aragorn.
Aragorn era el más alto de la Compañía, pero Boromir, apenas más bajo, era más fornido y ancho de hombros. Fue delante y Aragorn lo siguió. Se alejaron, lentamente, y pronto les costó trabajo moverse. En algunos sitios la nieve les llegaba al pecho y muy a menudo Boromir parecía nadar o cavar con los grandes brazos más que caminar.
Legolas los observó un rato con una sonrisa en los labios y luego se volvió hacia los otros.
—¿Los más fuertes tienen que buscar un camino, dijeron? Pero yo digo: que el labrador empuje el arado, pero elige una nutria para nadar, y para correr levemente sobre la hierba y las hojas, o sobre la nieve... un elfo.
Diciendo esto saltó ágilmente y entonces Frodo notó como si fuese la primera vez, aunque lo sabía desde hacía tiempo, que el elfo no llevaba botas sino el calzado liviano de costumbre y que sus pies apenas dejaban huellas en la nieve.
—¡Adiós! —le dijo Legolas a Gandalf—. Voy en busca del sol. Luego, con la rapidez de un corredor sobre arenas firmes, se precipitó hacia delante, y alcanzando en seguida a los hombres que se esforzaban en la nieve, saludándolos con la mano los dejó atrás, continuó corriendo y desapareció detrás de la saliente rocosa.
En la película de Peter Jackson, La comunidad del anillo (2001), se tiene el detalle de respetar esta habilidad para Legolas. Así, podemos ver a todos los miembros de la Compañía hundidos en la nieve mientras que Legolas pasea delante de ellos sin problemas y sin dejar huellas.
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