Cine, lo que vamos viendo. Tres reseñas (nº LXVII)
Fecha estelar: - 305524.5
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Películas reseñadas:
- Life (2017)
- Little Forest - Summer/Autumn (2014)
- Little Forest: Winter/Spring (2015)
- Los siete magníficos (2016)
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Películas reseñadas:
- Life (2017)
- Little Forest - Summer/Autumn (2014)
- Little Forest: Winter/Spring (2015)
- Los siete magníficos (2016)
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Life (2017)
Dir. Daniel Espinosa
Siendo Life una de las películas más predecibles que se puedan ver, su interés se centra en ver sus efectos, la recreación de la EEI y los movimientos en el espacio (en este sentido mal empieza cuando vemos que la sonda espacial que viene de Marte es bombardeada por basura espacial y podemos oír los impactos y los roces como si de balas se tratara, pero bueno son cosas del “lenguaje cinematográfico”). El CGI no está mal y al menos te va entreteniendo mientras vas acertando el orden en que van cayendo las víctimas de este marciano. Por cierto, el diseño de la criatura sigue la tendencia de representar los marcianos como ya los vislumbrara H. G. Wells, en plan pulpo. Es una curiosidad, una casualidad.
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Little Forest - Summer/Autumn (2014)
Little Forest: Winter/Spring (2015)
Dir. Junichi Mori
Entre el año 2002 y el año 2005 Daisuke Igarashi publicó un pequeño manga no excesivamente renombrado por estos lares que constaba de dos volúmenes, “Little Forest” (Ritoru Foresuto). Se trataba de representar la relación de una joven con la naturaleza y con la vida autosuficiente después de ser abruptamente abandonada por su madre. Es un manga englobado en el género “recuentos de la vida” (Slice of life) que como tal ha sido adaptado a la gran pantalla por Junichi Mori con la colaboración en el guion del propio Igarashi.
La acción se centra en la región de las montañas Tohoku, en el norte de la isla principal del Japón. El paisaje es exuberante y es una de las principales virtudes de estas películas que están fotografiadas de maravilla. La protagonista, Ichiko (Ai Hashimoto), se dedica a la agricultura tradicional consiguiendo conectar con la naturaleza a través los alimentos que elabora. Es cuasi cine documental porque permite ver cómo son los métodos de cultivo más tradicionales y, sobre todo, de la elaboración de la comida. De hecho estas películas están estructuradas en platos, en la elaboración de los mismos y en los recuerdos que llegan a Ichiko al cocinarlos, fundamentalmente de vivencias con su madre, aunque también escolares.
No debe esperar el espectador que exista una trama real en una película cuyo ritmo tranquilo, pausado y contemplativo puede tirar para atrás a más de uno. En realidad son cuatro episodios de una hora de duración, uno por estación, con sus propios créditos iniciales y finales. Quizás sea la mejor forma de ver estas películas porque de un tirón pueden hacerse cuesta arriba. Recuerda mucho esta película a “Aguas tranquilas” de Naomi Kawase tanto en ritmo como en intenciones que pasan, desde luego, por tributar respeto por los mayores y por las tradiciones enraizadas en la relación con la naturaleza. Un modo de vida que a duras penas se mantiene en el mundo actual.
Tal como debe corresponder al género al que pertenece, la pequeña historia que se cuenta se hila a través de la estacionalidad, la vida cíclica a la que Ichiko parece finalmente resistirse. Quizás, se intenta dar, a modo de epílogo, un final a todo que resulta forzado porque la ausencia de una trama concreta con un final abierto es más característico de los “recuentos de la vida”.
Cine minimalista, detallista de lo cotidiano, tranquilo, visualmente maravilloso y del que siempre se aprende. Es un cine muy diferente, y también hay que acercarse a él de forma diferente.
7/10 - Buena
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Life (2017)
Dir. Daniel Espinosa
Siendo Life una de las películas más predecibles que se puedan ver, su interés se centra en ver sus efectos, la recreación de la EEI y los movimientos en el espacio (en este sentido mal empieza cuando vemos que la sonda espacial que viene de Marte es bombardeada por basura espacial y podemos oír los impactos y los roces como si de balas se tratara, pero bueno son cosas del “lenguaje cinematográfico”). El CGI no está mal y al menos te va entreteniendo mientras vas acertando el orden en que van cayendo las víctimas de este marciano. Por cierto, el diseño de la criatura sigue la tendencia de representar los marcianos como ya los vislumbrara H. G. Wells, en plan pulpo. Es una curiosidad, una casualidad.
Pero la
película es muy, muy predecible, enlosada bajo el peso de otras
películas que la preceden y a las que no llega a acercarse, sobre todo a
la más evidente de ellas. Eso sí, los personajes conforman toda una
comunidad multirracial que es lo que toca en las películas de hoy día
aunque con muy poco interés o esfuerzo por hacerlos interesantes. Se
sufre poco por el devenir de cada uno, preocupa mucho más la suerte del
marciano y sus enigmáticas necesidades de oxígeno unas veces sí y otras
veces no según le venga bien al que lo ha escrito.
Ni siquiera sorprende el final, que la jugada se ve venir de lejos.
5/10 - Pasable
Ni siquiera sorprende el final, que la jugada se ve venir de lejos.
5/10 - Pasable
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Little Forest - Summer/Autumn (2014)
Little Forest: Winter/Spring (2015)
Dir. Junichi Mori
Entre el año 2002 y el año 2005 Daisuke Igarashi publicó un pequeño manga no excesivamente renombrado por estos lares que constaba de dos volúmenes, “Little Forest” (Ritoru Foresuto). Se trataba de representar la relación de una joven con la naturaleza y con la vida autosuficiente después de ser abruptamente abandonada por su madre. Es un manga englobado en el género “recuentos de la vida” (Slice of life) que como tal ha sido adaptado a la gran pantalla por Junichi Mori con la colaboración en el guion del propio Igarashi.
La acción se centra en la región de las montañas Tohoku, en el norte de la isla principal del Japón. El paisaje es exuberante y es una de las principales virtudes de estas películas que están fotografiadas de maravilla. La protagonista, Ichiko (Ai Hashimoto), se dedica a la agricultura tradicional consiguiendo conectar con la naturaleza a través los alimentos que elabora. Es cuasi cine documental porque permite ver cómo son los métodos de cultivo más tradicionales y, sobre todo, de la elaboración de la comida. De hecho estas películas están estructuradas en platos, en la elaboración de los mismos y en los recuerdos que llegan a Ichiko al cocinarlos, fundamentalmente de vivencias con su madre, aunque también escolares.
No debe esperar el espectador que exista una trama real en una película cuyo ritmo tranquilo, pausado y contemplativo puede tirar para atrás a más de uno. En realidad son cuatro episodios de una hora de duración, uno por estación, con sus propios créditos iniciales y finales. Quizás sea la mejor forma de ver estas películas porque de un tirón pueden hacerse cuesta arriba. Recuerda mucho esta película a “Aguas tranquilas” de Naomi Kawase tanto en ritmo como en intenciones que pasan, desde luego, por tributar respeto por los mayores y por las tradiciones enraizadas en la relación con la naturaleza. Un modo de vida que a duras penas se mantiene en el mundo actual.
Tal como debe corresponder al género al que pertenece, la pequeña historia que se cuenta se hila a través de la estacionalidad, la vida cíclica a la que Ichiko parece finalmente resistirse. Quizás, se intenta dar, a modo de epílogo, un final a todo que resulta forzado porque la ausencia de una trama concreta con un final abierto es más característico de los “recuentos de la vida”.
Cine minimalista, detallista de lo cotidiano, tranquilo, visualmente maravilloso y del que siempre se aprende. Es un cine muy diferente, y también hay que acercarse a él de forma diferente.
7/10 - Buena
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Los siete magníficos (2016)
Dir. Antoine Fuqua
¿Era necesario hacer un remake de la película de John Sturges, que a su vez era un remake de la película de Kurosawa que es en realidad la única y verdadera obra maestra? Pero..., ¿por qué, por qué?
Al menos, el remake del año 1960, una buena película que no envejece mal y a la que la música de Elmer Bernstein eleva todavía más, planteaba la variante de pasar la historia de Kurosawa al terreno del western, pero en este caso el remake del remake tiene pocas variantes, y lo que es peor, más previsible que el amanecer que se produce cada día.
La única explicación es la de siempre estos días, fabricar un producto perfectamente estudiado para hacer caja, una película diseñada en despachos de hombres que negocios. En realidad, todas las películas tienen ese mundano objetivo, pero, al menos, hay casos de un cuidado por el resultado de un producto que sea coherente y asociable a un estilo, a una cierta autoría. Pero cada vez es más difícil encontrar películas de directores, Hollywood es una fábrica de churros y alguna vez te toca la porra.
Y no es Los siete magníficos de 1960 la única buena re-visitación a la historia de Kurosawa, que ahí está también Bichos (1998) que tampoco está nada mal, lleva la historia a otro escenario totalmente original y no comete el error de magnificencia a la hora de utilizar el mismo título como sí hace ésta que nos ocupa. Ahora bien, ¿Por qué Los siete magníficos del 2016 no consigue captar mi atención ni mi interés más allá de contemplar un buen plantel actoral en una película técnicamente buena y más o menos bien hecha como debe corresponder al presupuesto que maneja? Lo que tira el film al barreño de lo perfectamente olvidable es la componenda de historia que conforma un guion muy malo, poco trabajado y previsible, como si lo hubiera hecho una máquina de arquetipos. Viendo lo que ha hecho Nic Pizzolatto hasta ahora, parece que perdió toda su fuerza con la primera temporada de True Detective, o quizás allí ocurrió que el bueno era en realidad Cary Joji Fukunaga.
Se nos junta aquí al típico grupo multirracial (esto ya está estandarizado en las películas de hoy en día, que el mercado asiático salva muchos presupuestos) y al malvado arquetípico cuya maldad, además, se acentúa innecesariamente. Esta película es el reino en el que las cosas pasan porque sí, la constitución del grupo es disparatada con algunos encuentros irrisorios en los que se planean situaciones inverosímiles (aquí la cuestión india), los enfrentamientos y apariciones “sorpresivas” están prefijados de antemano y las justicias poéticas se ven venir de lejos. Incluimos además, porque es preceptivo, a la protagonista femenina fuerte y decidida aunque con vestimenta alejada de la típica ropa que utilizan sus aldeanas y agricultoras vecinas y entonces el cupo de las Naciones Unidas y el de las sensibilidades queda bien cubierto. Excepto Denzel Washington, que más o menos siempre hace lo mismo, y el papel de Ethan Hawke que tiene un mínimo desarrollo, el resto de personajes se limitan a conversaciones insustanciales para luego dar sentido a aquello de formar parejas en la lucha por el bien.
James Horner está al cargo de la música y no realiza un mal trabajo aunque es muy cansino con su sempiterno “parabará” y algún que otro corte reciclado de otras películas. Si soy más o menos torpe en el asunto musical y me doy perfecta cuenta de ello es que es pesado con la repetición. Pero luegollega el homenaje a la banda sonora de Bernstein, lo mejor del film con diferencia.
4/10 - Regular
Dir. Antoine Fuqua
¿Era necesario hacer un remake de la película de John Sturges, que a su vez era un remake de la película de Kurosawa que es en realidad la única y verdadera obra maestra? Pero..., ¿por qué, por qué?
Al menos, el remake del año 1960, una buena película que no envejece mal y a la que la música de Elmer Bernstein eleva todavía más, planteaba la variante de pasar la historia de Kurosawa al terreno del western, pero en este caso el remake del remake tiene pocas variantes, y lo que es peor, más previsible que el amanecer que se produce cada día.
La única explicación es la de siempre estos días, fabricar un producto perfectamente estudiado para hacer caja, una película diseñada en despachos de hombres que negocios. En realidad, todas las películas tienen ese mundano objetivo, pero, al menos, hay casos de un cuidado por el resultado de un producto que sea coherente y asociable a un estilo, a una cierta autoría. Pero cada vez es más difícil encontrar películas de directores, Hollywood es una fábrica de churros y alguna vez te toca la porra.
Y no es Los siete magníficos de 1960 la única buena re-visitación a la historia de Kurosawa, que ahí está también Bichos (1998) que tampoco está nada mal, lleva la historia a otro escenario totalmente original y no comete el error de magnificencia a la hora de utilizar el mismo título como sí hace ésta que nos ocupa. Ahora bien, ¿Por qué Los siete magníficos del 2016 no consigue captar mi atención ni mi interés más allá de contemplar un buen plantel actoral en una película técnicamente buena y más o menos bien hecha como debe corresponder al presupuesto que maneja? Lo que tira el film al barreño de lo perfectamente olvidable es la componenda de historia que conforma un guion muy malo, poco trabajado y previsible, como si lo hubiera hecho una máquina de arquetipos. Viendo lo que ha hecho Nic Pizzolatto hasta ahora, parece que perdió toda su fuerza con la primera temporada de True Detective, o quizás allí ocurrió que el bueno era en realidad Cary Joji Fukunaga.
Se nos junta aquí al típico grupo multirracial (esto ya está estandarizado en las películas de hoy en día, que el mercado asiático salva muchos presupuestos) y al malvado arquetípico cuya maldad, además, se acentúa innecesariamente. Esta película es el reino en el que las cosas pasan porque sí, la constitución del grupo es disparatada con algunos encuentros irrisorios en los que se planean situaciones inverosímiles (aquí la cuestión india), los enfrentamientos y apariciones “sorpresivas” están prefijados de antemano y las justicias poéticas se ven venir de lejos. Incluimos además, porque es preceptivo, a la protagonista femenina fuerte y decidida aunque con vestimenta alejada de la típica ropa que utilizan sus aldeanas y agricultoras vecinas y entonces el cupo de las Naciones Unidas y el de las sensibilidades queda bien cubierto. Excepto Denzel Washington, que más o menos siempre hace lo mismo, y el papel de Ethan Hawke que tiene un mínimo desarrollo, el resto de personajes se limitan a conversaciones insustanciales para luego dar sentido a aquello de formar parejas en la lucha por el bien.
James Horner está al cargo de la música y no realiza un mal trabajo aunque es muy cansino con su sempiterno “parabará” y algún que otro corte reciclado de otras películas. Si soy más o menos torpe en el asunto musical y me doy perfecta cuenta de ello es que es pesado con la repetición. Pero luegollega el homenaje a la banda sonora de Bernstein, lo mejor del film con diferencia.
4/10 - Regular
Nº de películas reseñadas en el blog: 282
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Recuerda, amigo lector, que estas reseñas están basadas única y exclusivamente en mi opinión y gusto personal que puede, o no, coincidir con la del resto de los mortales.
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Recuerda, amigo lector, que estas reseñas están basadas única y exclusivamente en mi opinión y gusto personal que puede, o no, coincidir con la del resto de los mortales.
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