Reflexiones tras cinco acercamientos a Jack el Destripador
Fecha estelar: -307386.6
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Aviso a navegantes: en esta entrada "se sabe" quién es Jack el Destripador desde el principio y en todos los títulos que se mencionen. Vamos que hay spoilers sin misericordia.
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Índice de esta entrada:
- Los asesinatos de Jack el Destripador
- La teoría conspirativa
- Estudio de terror (1965)
- Asesinato por decreto (1979)
- Jack the Ripper (1988)
- From Hell, el comic de Alan Moore y Eddie Campbell
- From Hell (2001)
LOS ASESINATOS DE JACK EL DESTRIPADOR
Seguramente si emprendiéramos la tarea de elaborar una lista de los asesinos en serie reales a lo largo de la historia, la figura de Jack el Destripador sería una de las primeras en aparecer, si no la primera. Es seguro que Jack el Destripador no fue el primer asesino en serie de la historia, pero sí el primero más famoso, aumentando su "mito" por el hecho de que nunca se supo quién era en realidad, de si actuaba solo o con ayuda, o si eran dos asesinos distintos.
Para conocer de una forma bien resumida los crímenes atribuidos a Jack el Destripador, así como un repaso a los principales sospechosos, no es necesario recurrir a ningún tratado pues tenemos una buena entrada en Wikipedia. Para saber mucho más tenemos esta página (en inglés): http://www.casebook.org. Voy a dar aquí (Wikipedia) algunos datos necesarios, hechos ciertos, que pueden servir de ayuda a las reseñas de las cinco obras de ficción comentadas en esta entrada y dedicadas al asesino de Whitechapel.
Son cinco los asesinatos "canónicos" de Jack el Destripador, aunque se le atribuyen más, alguno anterior y sobre todo varios posteriores a los cinco. El primero de los canónicos tuvo lugar el 31 de agosto de 1888, fue el asesinato de Mary Ann Nichols (43 años). Una semana después, el 8 de septiembre, asesinó a Annie Chapman (47 a). El 30 de septiembre asesinó en la misma noche a Elizabeth Stride (45 a) y a Catherine Eddowes (46 a). El último asesinato canónico fue el 9 de noviembre cuando mató a Mary Jane Kelly (25 a). Los ataques que se le atribuyeron involucraban a mujeres prostitutas de barrios pobres (Whitechapel) y tenía un modus operandi distintivo, que consistía en estrangulación, degollamiento y mutilación abdominal. La extracción de los órganos internos de al menos tres de las víctimas llevó a pensar que el asesino tenía conocimientos anatómicos o quirúrgicos. Por otra parte, los rumores de que los asesinatos estaban relacionados entre sí se intensificaron entre septiembre y octubre de 1888, período en el que apareció una gran cantidad de misivas escritas por uno o varios sujetos anónimos, enviadas a Scotland Yard y los medios. Uno de los textos, recibido por George Lusk del Comité de Vigilancia de Whitechapel, incluía medio riñón humano preservado, supuestamente de una de las víctimas. Debido al carácter extraordinariamente brutal de los asesinatos y el enfoque que los medios de comunicación les dieron a los mismos, el público creyó que en verdad se trataba de un único asesino: Jack el Destripador. La investigación del caso fue llevada principalmente por el inspector de Scotland Yard, Frederick George Abberline.
LA TEORÍA CONSPIRATIVA
Es lógico pensar (y así ha sido en realidad) que el hecho de no conocer quién es el famoso asesino, ha dado lugar a lo largo del tiempo a una larga colección de teorías más o menos fundadas, más o menos estrafalarias, sobre la identidad y sobre las motivaciones del mismo. La teoría más explotada, sencillamente por ser más jugosa y entretenida para la narrativa y para el cine, incluye a la familia real británica y la masonería. Su “versión final” se debe a Stephen Knight y está recogida en su libro Jack el Destripador: la solución final, publicado en 1976. Es importante poner aquí un pequeño resumen de dicha teoría:
Un tal Joseph Gorman se presentó un día ante el escritor Stephen Knight. Gorman afirmaba ser en realidad Joseph Sickert, el hijo ilegítimo del pintor Walter Sickert, siendo este el medio por el cual había conocido toda la historia. Gorman afirmaba que el príncipe Albert Victor Christian Edward, conocido como Eddy, nieto de la reina y heredero al trono, le fue presentado al pintor Walter Sickert para aprender sobre arte. A través del pintor, Eddy conoció a una de sus modelos, Annie Elizabeth Crook, una empleada católica con la que tuvo un romance seguido de un casamiento católico en secreto en el que una amiga de Annie, Mary Jane Kelly, y el propio pintor ejercieron de testigos. La pareja tuvo una hija (1885) y Eddy acomodó a la madre y la hija en un apartamento. No fue hasta abril de 1888 cuando el primer ministro británico, Lord Salisbury, y la propia reina Victoria se enteraron del secreto. Ante la posibilidad de que todo el mundo se enterara que el trono tenía un heredero católico, decidieron actuar. En primer lugar la pareja fue separada por fuerza. Eddy quedó bajo vigilancia de la familia real y Annie fue puesta en custodia de Sir William Gull, famoso médico inglés, fisioterapeuta de la reina Victoria. Gull certificó que Annie estaba loca y la ingresó en una institución mental.
Mientras esto ocurría, la hija de la pareja era ocultada y cuidada por Mary Jane Kelly. Fue la propia Kelly, junto con Mary Ann Nichols, Annie Chapman y Elizabeth Stride, que decidieron chantajear al gobierno a través del pintor Sickret. El resultado fue que el primer ministro Salisbury junto con otros compañeros masones, altos cargos de la policía, decidieron organizar los asesinatos de las cuatro mujeres prostitutas. Fue Sir William Gull, también miembro francmasón, el que llevó a cabo los asesinatos con la ayuda del cochero John Netley y con el conocimiento de las acciones por parte de la alta y masónica esfera de Scotland Yard. Al final las víctimas fueron cinco porque Catherine Eddowes fue asesinada por un error de identificación por parte de Gull.
Gorman afirmaba conocer todo esto porque la hija de Eddy y Annie, Alice, sobrevivió a pesar de que se intentó su asesinato. Gorman decía que Alice en su madurez se convirtió en la amante de Walter Sickret y que Alice y Sickert eran sus padres.
El libro de Stephen Knight es el resultado de su propia investigación posterior para ir atando cabos y formular una posible teoría ante una buena acumulación de pruebas circunstanciales. Y todo ello a pesar de que poco después de la publicación del libro Gorman se retractó ante la prensa y dijo que todo no era más que un engaño.
ESTUDIO DE TERROR (1965)
El número de obras de ficción sobre Jack el Destripador es ingente y la historia que cuenta Knight, del todo rocambolesca, no me negarán, merece claramente unas cuantas películas y un comic. Seguiré el orden cronológico de edición de las obras visitadas.
Para empezar, mucho antes de que la teoría de Knight viera la luz, tenemos Estudio de terror (1965), una interesante película británica dirigida por James Hill. Se trata de un primer encontronazo entre Sherlock Holmes y Jack el Destripador, inevitable desde luego porque las andanzas de estos personajes, una ficticia y la otra real, lo eran por el Londres victoriano de finales de siglo XIX.
Estudio de terror es una “típica película de Sherlock Holmes” que suple con creces la carencia de medios con buenos e incluso magníficos actores y con imaginación para mostrar la sordidez de las calles de Whitechapel. Aquí tenemos nada más y nada menos que a Sherlock Holmes interpretado muy acertadamente por John Neville, el Dr. Watson es Donald Houston y también un espléndido siempre Robert Morley interpretando al hermano de Holmes, Mycroft.
Los asesinatos de Jack el Destripador aquí no son más que circunstanciales, un caso más que debe ser resuelto por el famoso detective Sherlock Holmes. De hecho las muertes no son cinco, sino seis y no se sigue el orden, la cronología o el modus operandi del asesino, excepto, en cierto modo, en el caso del último y más espeluznante asesinato, el de Mary Jane Kelly. Al menos el nombre de las cinco víctimas sí se respeta.
Como en toda película de Sherlock Holmes que se precie, aquí también se juega con la posibilidad de que Jack el Destripador pueda ser cualquiera de una serie de sospechosos que vamos conociendo a lo largo de la trama. Todo bien expuesto para que finalmente Holmes desenmascare al asesino. Lo más curioso del caso en relación a la teoría de Stephen Knight es la coincidencia en que el asesino resulta ser un aristócrata, hijo de un Lord que no quiere que las andanzas de su hermano con una prostituta sean públicas con el fin de preservar el buen nombre de la familia.
ASESINATO POR DECRETO (1979)
Poco después de que la teoría conspirativa-masónico-Real adquiriera notoriedad apareció otra interesante película, Asesinato por decreto, dirigida en 1979 por Bob Clark (sí, sí, el mismo Bob Clark que posteriormente dirigió las dos primeras entregas de Porky’s y perpetró una cosa llamada Karate Dog).
En Asesinato por decreto tenemos que el inspector Abberline es sustituido de nuevo por Sherlock Holmes, interpretado, muy bien por cierto, por Christopher Plummer y secundado por el inefable Dr. Watson, un espléndido James Mason. Es una producción británica más que estimable porque, de nuevo, se suple la carencia de medios con unos actores magníficos que saben meterte en la trama simplemente con su actuación. Para los amantes de las curiosidades de cine, hay más puntos de unión entre Estudio de terror y Asesinato por decreto. En la primera película Anthony Quayle interpretaba a un cirujano (por tanto sospechoso) encargado de las autopsias de las víctimas, mientras que en Asesinato por decreto interpreta a Sir Charles Warren, el más alto cargo de la policía de Londres, conocedor de primera mano de la identidad del asesino. Otra coincidencia es el actor Frank Finlay, que en las dos películas es el inspector Lestrade, personaje ficticio habitual en las novelas de Sherlock Holmes.
Pero Asesinato por decreto no es una “típica película de Sherlock Holmes”, más bien aprovecha el tirón del famoso detective para desarrollar de una forma más seria la teoría conspirativa que ya se había publicado y era conocida. Así, pese a que son Holmes y Watson los que llevan la investigación, la película no se recrea casi nada en los tics, manías, tópicos y anécdotas de la pareja creada por Arthur Conan Doyle (el fanservice que se dice ahora), sino que va al grano siendo un entretenido seguimiento del proceso de investigación que lleva a Holmes a descubrir todo el asunto. De hecho, cuando la película empieza Jack el Destripador ya ha asesinado a las dos primeras prostitutas aunque hay un fallo, al menos en la versión doblada, ya que en un momento concreto Watson dice que el primer asesinato ha sido el de Annie Chapman y el segundo el de Mary Ann Nichols, cuando fue al revés. Aparte de esto, lo interesante aquí es que sí se sigue la cronología de los hechos y Holmes los va relacionando con el grueso de la teoría conspirativa, motivo por el cual es muy diferente afrontar esta película desde el desconocimiento total de dicha teoría, que fue como vi por primera vez el film, o con el conocimiento de la misma gracias al From Hell de Alan Moore, que es como la he visto la segunda vez. Y la segunda vez me ha gustado mucho más y me ha permitido apreciar mejor el esfuerzo que se hace en Asesinato por decreto.
He mencionado antes el “con el grueso de la teoría conspirativa” porque en la película hay algunas diferencias y omisiones. Aquí la reina Victoria “parece” que tiene poco conocimiento del asunto y su médico, Sir William Gull, ni se menciona. En Asesinato por decreto, como su título indica, interesa principalmente que Holmes descubra que los asesinatos han sido inducidos por las altas esferas del país, más concretamente por el primer ministro (un magnífico, otro más, John Gielgud) y por todos sus compañeros masones. Ante esta revelación la identidad de Jack el Destripador, que se menciona muy de pasada y no es Gull sino un nombre ficticio, no es tan relevante pues no es más que el brazo ejecutor de la voluntad de otros.
En los títulos de crédito finales de Asesinato por decreto podemos ver que todo lo referente al asesino de Whitechapel está basado en el libro The Ripper file de John Lloyd y Elwyn Jones. Este libro fue el resultado de una serie británica emitida en 1973, Jack the Ripper, en la que básicamente ya se plantea la teoría conspirativa que unos años después fue más desarrollada e investigada por Stephen Knight. Quince años después también en la televisión británica y conmemorando el centenario de los asesinatos de Whitechapel, se volvió a emitir una miniserie sobre el asesino “mandil de cuero” que de nuevo se tituló Jack the Ripper (1988).
JACK EL DESTRIPADOR (1988)
Desde mi punto de vista puedo decir que esta miniserie es lo mejor que se ha hecho hasta la fecha en cine o televisión sobre los asesinatos de Jack el Destripador. El papel principal, aquí sí, corresponde al inspector Frederick Abberline, interpretado por Michael Caine (¿hay alguna película donde Michael Caine lo haga mal?). Se nos presenta aquí un Abberline solitario, con tendencia al alcoholismo quizás debida a una ruptura amorosa (Jane Seymour). Pero rápidamente el inspector Abberline, secundado por el sargento George Godley (Lewis Collins), gira hacia la profesionalidad ante la atrocidad de los asesinatos. La serie está muy centrada en el proceso de investigación que llevan los dos protagonistas que, como se dice al principio de la serie, es una dramatización basada en “profundas investigaciones incluyendo una revisión de los archivos oficiales con permiso especial del Ministerio del Interior y entrevistas con los más avanzados criminólogos y con funcionarios de Scotland Yard”. Un magnífico ejemplo para ver los procedimientos de investigación a finales del siglo XIX.
Como era de esperar, la serie también juega al asunto de plantear la posibilidad de varios sospechosos (correspondientes a algunas de las principales teorías planteadas) para desvelar al final al asesino en la figura de Sir William Gull. Pero de la teoría conspirativa se omiten muchas cosas, como el asunto del príncipe Eddy, Annie Crook y su bebé ilegítimo, Walter Sickret, el chantaje o la masonería. El motivo parece claro si nos atenemos a las fuentes utilizadas para guionizar la serie y a las pretensiones de la misma. Simplemente hay que dar un final y se opta por el más famoso de todos ellos aunque no se da pábulo a la parte más rocambolesca de la teoría conspirativa. Al final, todo queda en una demencia de Sr. William Gull que le hace tener una doble personalidad, como la del Dr. Jekyll y Mr Hyde, con la que se juega mucho durante toda la serie no solo a través de otro de los sospechosos, el actor Richard Mansfield (Armand Assante), sino también porque en varias ocasiones el inspector Abberline visita a Sir William Gull para asesorarse sobre las enfermedades mentales y la doble personalidad (de las mejores escenas de la serie). Finalmente la conspiración solo consiste en tapar, una vez conocida la identidad del Destripador, los asesinatos de un personaje muy acabado, enfermo y muy notorio en la sociedad victoriana pues es el médico de la Reina. Y estas órdenes provienen directamente del primer ministro, con el conocimiento de los altos mandos policiales.
Una serie, insisto, muy recomendable. Y ello a pesar de sus peros, que aunque sean pocos, los tiene. Sobre todo la música, ¡que me resultan muy pesadas las trompetitas!, o el uso del zoom para dar énfasis a algunas expresiones. Si se quiere conocer el proceso policial que se llevó a cabo es la más recomendable, pero huye de la truculencia de los asesinatos y de la mente del asesino. Claro que para conocer esto tenemos el From Hell de Alan Moore y Eddie Campbell.
FROM HELL
Para empezar: From Hell es un comic descomunal.
El trabajo que se ha tomado Alan Moore en imaginar y encajar la secuencia de los hechos en los asesinatos de Jack el Destripador solo puede ser digno de alabanza. No se hace necesario un resumen de su contenido pues es la teoría conspirativa de Stephen Knight tal como se ha resumido más arriba, incluyendo la idea de que el decreto de asesinato, la voluntad de que tenga lugar, lo establece la propia Reina de Inglaterra con su médico personal Sir William Gull. Y muy a su pesar, ya que pronto descubre que ha dejado suelta a una bestia.
Pero From Hell no es solo la conspiración, es la recreación de los escenarios, es conocer mucho más sobre la mísera vida de las cinco prostitutas víctimas de los asesinatos, es entrar en la cabeza de William Gull, pues el comic no esconde al asesino para el final (más cuando aparece una imagen del William Gull real en la portada de lo que hoy se conoce como “novela gráfica). Aquí conocemos al asesino desde su infancia. Y claro está, entrar en la cabeza de Gull en realidad es entrar en la cabeza de Alan Moore y ver su imaginación desatada y por momentos compleja.
Aunque lo mejor del comic está en las viñetas donde aparecen las víctimas en sus quehaceres diarios, o en aquellas páginas donde aparezca Gull, también tenemos a un inspector Abberline muy diferente del presentado en la serie de televisión, pero plausible en todo momento porque el trabajo de documentación que ha realizado Alan Moore es impresionante. Para mí es uno de los puntos fuertes del comic, realizar una segunda lectura página por página leyendo paralelamente los apéndices donde Moore justifica documentalmente cada viñeta o menciona los motivos por los cuales imagina o inventa. Extraordinario.
Uno de los peros que se le suele poner al comic es el estilo del dibujo de Eddie Campbell. Es un escollo que hay que superar aunque si se llega a comprender el motivo y a entrar en el juego se saca la conclusión que un dibujo así es necesario y está hecho adrede. Campbell emborrona el dibujo en muchas viñetas, casi todas ellas son las que tienen lugar en Whitechapel porque el dibujo se clarifica mucho cuando se muestran los ambientes ricos del Londres de finales del siglo XIX. El capítulo X, dedicado exclusivamente al asesinato de Mary Jane Kelly, al tiempo que pasa el asesino descuartizando a su víctima, es tremendamente perturbador. Ciertamente el dibujo en parte borroso no tiene como fin rebajar la truculencia de los actos, básicamente porque tiene la suficiente claridad como para obligar al lector a que reavive su imaginación sobre algo que es atroz, dejándolo, a mí al menos, bastante alarmado e incómodo.
FROM HELL (2001)
Y para finalizar, el From Hell (2001) de los hermanos Hughes. El enlace con la obra anterior está claro pues es una película basada en el comic de Moore-Campbell, o por lo menos así se “amenaza” en los títulos de crédito.
Pocas veces me he arrepentido más de haber visto una película. Lo único que se puede hacer aquí es destripar lo más sangrante y despacharla como una adaptación del comic que es y como una película propia, sin tener en cuenta la obra en que se basa.
From Hell, como adaptación al comic, justifica plenamente la opinión muy contraria y negativa que tiene Alan Moore sobre las adaptaciones de sus obras. Particularmente creo que no todas sus adaptaciones son malas, Wacthmen, por ejemplo, está muy bien adaptado, pero From Hell es un desastre. Voy a comentar sólo dos cosas de las muchas que se pueden comentar.
En aras, supongo, de simplificar, se omiten muchas cosas del comic algunas de vital importancia para comprender a William Gull. También se fusionan dos personajes en uno solo con resultados patéticos, me refiero a la fusión del inspector Abberline con la del vidente Robert James Lees. Lees es un personaje del que no he hablado hasta ahora. En la realidad fue un espiritualista-vidente que se ofreció a la policía para ayudar en la captura del Destripador formando, por tanto, parte relevante de la historia contada en Asesinato por decreto, en la serie de televisión y en el comic. Pues bien, la fusión de estos dos personajes da como resultado a un inspector de policía Abberline (Johnny Deep) yonqui nocturno, fumador de opio, bebedor de absenta, que pilla tales cuelgues que tiene unas visiones que siempre aciertan. Eso sí, todo es por un trauma familiar pasado y poco original, pero a la mañana siguiente de resaca nada, a trabajar con sus capacidades deductivas plenas. En segundo lugar tenemos que la película juega también a no desvelar la identidad del asesino hasta el último cuarto de la película, ¡acción que no sirve de nada! ¡Vana para los espectadores conocedores del comic! ¡Joder, que es como ver una película sobre la vida de Jesucristo!
Pero olvidando que es una adaptación de una obra concreta, suponiendo que se desconoce por completo la misma, el From Hell de los hermanos Hughes es una película torpe, muy torpe y, por tanto, mala. Tiene problemas de casting y de guion, no así de ambientación, que es lo único salvable. Ian Holm (mi adorado Bilbo Bolsón, mi querido Ash) no es la elección más acertada para un supuesto hombre corpulento capaz de agarrar a sus víctimas, estrangularlas y descuartizarlas. Y su actuación, la verdad, es que no ayuda mucho, se ve a la legua que es el malo que al final se desvelará. Johnny Deep está simplemente correcto si olvidamos que su caracterización, que siempre es muy parecida haga la película que haga, desentona con la época. Pero si hablamos de desentono tenemos a Heather Graham interpretando a Mary Jane Kelly, que está claro que en el 2001 estaba guapísima y muy limpia ¡muy en consonancia con la población con la que se rodea en el oscuro y deprimido barrio de Whitechapel por donde se pasea como si estuviera andando por encima de una pasarela en París!
A la torpeza del casting se le une la torpeza del guion. Aquí ya no puedo parar: ¿Cómo es posible que el detective visionario tenga una alucinación en la que su amada y muy pelirroja Mary Jane Kelly aparece con sus hijos en Irlanda? ¿Me estás diciendo a mitad de película que al final Mary Jane Kelly no va a morir? ¿Estás aplicando una especie de código Hays con la guapa y buena? Pero si William Gull sabía quiénes iban a ser sus víctimas, de hecho una noche mató a dos porque reconoció el error en la primera, ¿no se dio cuenta que la última tenía el pelo castaño y no el rojo cuasi-chillón que luce Mary Jane Kelly en la película? ¿Teniendo todo el tiempo que tuvo en su descuartizamiento? Pero eso sí, el sagaz Abberline se da cuenta a la primera.
Un despropósito.
¡Hala! ya me he quedado tranquilo.
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Recuerda, amigo lector, que estas reflexiones están basadas única y exclusivamente en mi opinión y gusto personal que puede, o no, coincidir con la del resto de los mortales.
Actualización: otro acercamiento a Jack el destripador en esta entrada
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- La teoría conspirativa
- Estudio de terror (1965)
- Asesinato por decreto (1979)
- Jack the Ripper (1988)
- From Hell, el comic de Alan Moore y Eddie Campbell
- From Hell (2001)
LOS ASESINATOS DE JACK EL DESTRIPADOR
Seguramente si emprendiéramos la tarea de elaborar una lista de los asesinos en serie reales a lo largo de la historia, la figura de Jack el Destripador sería una de las primeras en aparecer, si no la primera. Es seguro que Jack el Destripador no fue el primer asesino en serie de la historia, pero sí el primero más famoso, aumentando su "mito" por el hecho de que nunca se supo quién era en realidad, de si actuaba solo o con ayuda, o si eran dos asesinos distintos.
Para conocer de una forma bien resumida los crímenes atribuidos a Jack el Destripador, así como un repaso a los principales sospechosos, no es necesario recurrir a ningún tratado pues tenemos una buena entrada en Wikipedia. Para saber mucho más tenemos esta página (en inglés): http://www.casebook.org. Voy a dar aquí (Wikipedia) algunos datos necesarios, hechos ciertos, que pueden servir de ayuda a las reseñas de las cinco obras de ficción comentadas en esta entrada y dedicadas al asesino de Whitechapel.
Caricatura de Jack el Destripador aparecida en la revista Punch en el año 1888 |
LA TEORÍA CONSPIRATIVA
Es lógico pensar (y así ha sido en realidad) que el hecho de no conocer quién es el famoso asesino, ha dado lugar a lo largo del tiempo a una larga colección de teorías más o menos fundadas, más o menos estrafalarias, sobre la identidad y sobre las motivaciones del mismo. La teoría más explotada, sencillamente por ser más jugosa y entretenida para la narrativa y para el cine, incluye a la familia real británica y la masonería. Su “versión final” se debe a Stephen Knight y está recogida en su libro Jack el Destripador: la solución final, publicado en 1976. Es importante poner aquí un pequeño resumen de dicha teoría:
Mientras esto ocurría, la hija de la pareja era ocultada y cuidada por Mary Jane Kelly. Fue la propia Kelly, junto con Mary Ann Nichols, Annie Chapman y Elizabeth Stride, que decidieron chantajear al gobierno a través del pintor Sickret. El resultado fue que el primer ministro Salisbury junto con otros compañeros masones, altos cargos de la policía, decidieron organizar los asesinatos de las cuatro mujeres prostitutas. Fue Sir William Gull, también miembro francmasón, el que llevó a cabo los asesinatos con la ayuda del cochero John Netley y con el conocimiento de las acciones por parte de la alta y masónica esfera de Scotland Yard. Al final las víctimas fueron cinco porque Catherine Eddowes fue asesinada por un error de identificación por parte de Gull.
Gorman afirmaba conocer todo esto porque la hija de Eddy y Annie, Alice, sobrevivió a pesar de que se intentó su asesinato. Gorman decía que Alice en su madurez se convirtió en la amante de Walter Sickret y que Alice y Sickert eran sus padres.
El libro de Stephen Knight es el resultado de su propia investigación posterior para ir atando cabos y formular una posible teoría ante una buena acumulación de pruebas circunstanciales. Y todo ello a pesar de que poco después de la publicación del libro Gorman se retractó ante la prensa y dijo que todo no era más que un engaño.
ESTUDIO DE TERROR (1965)
El número de obras de ficción sobre Jack el Destripador es ingente y la historia que cuenta Knight, del todo rocambolesca, no me negarán, merece claramente unas cuantas películas y un comic. Seguiré el orden cronológico de edición de las obras visitadas.
Para empezar, mucho antes de que la teoría de Knight viera la luz, tenemos Estudio de terror (1965), una interesante película británica dirigida por James Hill. Se trata de un primer encontronazo entre Sherlock Holmes y Jack el Destripador, inevitable desde luego porque las andanzas de estos personajes, una ficticia y la otra real, lo eran por el Londres victoriano de finales de siglo XIX.
Estudio de terror es una “típica película de Sherlock Holmes” que suple con creces la carencia de medios con buenos e incluso magníficos actores y con imaginación para mostrar la sordidez de las calles de Whitechapel. Aquí tenemos nada más y nada menos que a Sherlock Holmes interpretado muy acertadamente por John Neville, el Dr. Watson es Donald Houston y también un espléndido siempre Robert Morley interpretando al hermano de Holmes, Mycroft.
Los asesinatos de Jack el Destripador aquí no son más que circunstanciales, un caso más que debe ser resuelto por el famoso detective Sherlock Holmes. De hecho las muertes no son cinco, sino seis y no se sigue el orden, la cronología o el modus operandi del asesino, excepto, en cierto modo, en el caso del último y más espeluznante asesinato, el de Mary Jane Kelly. Al menos el nombre de las cinco víctimas sí se respeta.
Como en toda película de Sherlock Holmes que se precie, aquí también se juega con la posibilidad de que Jack el Destripador pueda ser cualquiera de una serie de sospechosos que vamos conociendo a lo largo de la trama. Todo bien expuesto para que finalmente Holmes desenmascare al asesino. Lo más curioso del caso en relación a la teoría de Stephen Knight es la coincidencia en que el asesino resulta ser un aristócrata, hijo de un Lord que no quiere que las andanzas de su hermano con una prostituta sean públicas con el fin de preservar el buen nombre de la familia.
ASESINATO POR DECRETO (1979)
En Asesinato por decreto tenemos que el inspector Abberline es sustituido de nuevo por Sherlock Holmes, interpretado, muy bien por cierto, por Christopher Plummer y secundado por el inefable Dr. Watson, un espléndido James Mason. Es una producción británica más que estimable porque, de nuevo, se suple la carencia de medios con unos actores magníficos que saben meterte en la trama simplemente con su actuación. Para los amantes de las curiosidades de cine, hay más puntos de unión entre Estudio de terror y Asesinato por decreto. En la primera película Anthony Quayle interpretaba a un cirujano (por tanto sospechoso) encargado de las autopsias de las víctimas, mientras que en Asesinato por decreto interpreta a Sir Charles Warren, el más alto cargo de la policía de Londres, conocedor de primera mano de la identidad del asesino. Otra coincidencia es el actor Frank Finlay, que en las dos películas es el inspector Lestrade, personaje ficticio habitual en las novelas de Sherlock Holmes.
Pero Asesinato por decreto no es una “típica película de Sherlock Holmes”, más bien aprovecha el tirón del famoso detective para desarrollar de una forma más seria la teoría conspirativa que ya se había publicado y era conocida. Así, pese a que son Holmes y Watson los que llevan la investigación, la película no se recrea casi nada en los tics, manías, tópicos y anécdotas de la pareja creada por Arthur Conan Doyle (el fanservice que se dice ahora), sino que va al grano siendo un entretenido seguimiento del proceso de investigación que lleva a Holmes a descubrir todo el asunto. De hecho, cuando la película empieza Jack el Destripador ya ha asesinado a las dos primeras prostitutas aunque hay un fallo, al menos en la versión doblada, ya que en un momento concreto Watson dice que el primer asesinato ha sido el de Annie Chapman y el segundo el de Mary Ann Nichols, cuando fue al revés. Aparte de esto, lo interesante aquí es que sí se sigue la cronología de los hechos y Holmes los va relacionando con el grueso de la teoría conspirativa, motivo por el cual es muy diferente afrontar esta película desde el desconocimiento total de dicha teoría, que fue como vi por primera vez el film, o con el conocimiento de la misma gracias al From Hell de Alan Moore, que es como la he visto la segunda vez. Y la segunda vez me ha gustado mucho más y me ha permitido apreciar mejor el esfuerzo que se hace en Asesinato por decreto.
He mencionado antes el “con el grueso de la teoría conspirativa” porque en la película hay algunas diferencias y omisiones. Aquí la reina Victoria “parece” que tiene poco conocimiento del asunto y su médico, Sir William Gull, ni se menciona. En Asesinato por decreto, como su título indica, interesa principalmente que Holmes descubra que los asesinatos han sido inducidos por las altas esferas del país, más concretamente por el primer ministro (un magnífico, otro más, John Gielgud) y por todos sus compañeros masones. Ante esta revelación la identidad de Jack el Destripador, que se menciona muy de pasada y no es Gull sino un nombre ficticio, no es tan relevante pues no es más que el brazo ejecutor de la voluntad de otros.
En los títulos de crédito finales de Asesinato por decreto podemos ver que todo lo referente al asesino de Whitechapel está basado en el libro The Ripper file de John Lloyd y Elwyn Jones. Este libro fue el resultado de una serie británica emitida en 1973, Jack the Ripper, en la que básicamente ya se plantea la teoría conspirativa que unos años después fue más desarrollada e investigada por Stephen Knight. Quince años después también en la televisión británica y conmemorando el centenario de los asesinatos de Whitechapel, se volvió a emitir una miniserie sobre el asesino “mandil de cuero” que de nuevo se tituló Jack the Ripper (1988).
JACK EL DESTRIPADOR (1988)
Como era de esperar, la serie también juega al asunto de plantear la posibilidad de varios sospechosos (correspondientes a algunas de las principales teorías planteadas) para desvelar al final al asesino en la figura de Sir William Gull. Pero de la teoría conspirativa se omiten muchas cosas, como el asunto del príncipe Eddy, Annie Crook y su bebé ilegítimo, Walter Sickret, el chantaje o la masonería. El motivo parece claro si nos atenemos a las fuentes utilizadas para guionizar la serie y a las pretensiones de la misma. Simplemente hay que dar un final y se opta por el más famoso de todos ellos aunque no se da pábulo a la parte más rocambolesca de la teoría conspirativa. Al final, todo queda en una demencia de Sr. William Gull que le hace tener una doble personalidad, como la del Dr. Jekyll y Mr Hyde, con la que se juega mucho durante toda la serie no solo a través de otro de los sospechosos, el actor Richard Mansfield (Armand Assante), sino también porque en varias ocasiones el inspector Abberline visita a Sir William Gull para asesorarse sobre las enfermedades mentales y la doble personalidad (de las mejores escenas de la serie). Finalmente la conspiración solo consiste en tapar, una vez conocida la identidad del Destripador, los asesinatos de un personaje muy acabado, enfermo y muy notorio en la sociedad victoriana pues es el médico de la Reina. Y estas órdenes provienen directamente del primer ministro, con el conocimiento de los altos mandos policiales.
Una serie, insisto, muy recomendable. Y ello a pesar de sus peros, que aunque sean pocos, los tiene. Sobre todo la música, ¡que me resultan muy pesadas las trompetitas!, o el uso del zoom para dar énfasis a algunas expresiones. Si se quiere conocer el proceso policial que se llevó a cabo es la más recomendable, pero huye de la truculencia de los asesinatos y de la mente del asesino. Claro que para conocer esto tenemos el From Hell de Alan Moore y Eddie Campbell.
FROM HELL
Para empezar: From Hell es un comic descomunal.
El trabajo que se ha tomado Alan Moore en imaginar y encajar la secuencia de los hechos en los asesinatos de Jack el Destripador solo puede ser digno de alabanza. No se hace necesario un resumen de su contenido pues es la teoría conspirativa de Stephen Knight tal como se ha resumido más arriba, incluyendo la idea de que el decreto de asesinato, la voluntad de que tenga lugar, lo establece la propia Reina de Inglaterra con su médico personal Sir William Gull. Y muy a su pesar, ya que pronto descubre que ha dejado suelta a una bestia.
Pero From Hell no es solo la conspiración, es la recreación de los escenarios, es conocer mucho más sobre la mísera vida de las cinco prostitutas víctimas de los asesinatos, es entrar en la cabeza de William Gull, pues el comic no esconde al asesino para el final (más cuando aparece una imagen del William Gull real en la portada de lo que hoy se conoce como “novela gráfica). Aquí conocemos al asesino desde su infancia. Y claro está, entrar en la cabeza de Gull en realidad es entrar en la cabeza de Alan Moore y ver su imaginación desatada y por momentos compleja.
Uno de los peros que se le suele poner al comic es el estilo del dibujo de Eddie Campbell. Es un escollo que hay que superar aunque si se llega a comprender el motivo y a entrar en el juego se saca la conclusión que un dibujo así es necesario y está hecho adrede. Campbell emborrona el dibujo en muchas viñetas, casi todas ellas son las que tienen lugar en Whitechapel porque el dibujo se clarifica mucho cuando se muestran los ambientes ricos del Londres de finales del siglo XIX. El capítulo X, dedicado exclusivamente al asesinato de Mary Jane Kelly, al tiempo que pasa el asesino descuartizando a su víctima, es tremendamente perturbador. Ciertamente el dibujo en parte borroso no tiene como fin rebajar la truculencia de los actos, básicamente porque tiene la suficiente claridad como para obligar al lector a que reavive su imaginación sobre algo que es atroz, dejándolo, a mí al menos, bastante alarmado e incómodo.
FROM HELL (2001)
Pocas veces me he arrepentido más de haber visto una película. Lo único que se puede hacer aquí es destripar lo más sangrante y despacharla como una adaptación del comic que es y como una película propia, sin tener en cuenta la obra en que se basa.
From Hell, como adaptación al comic, justifica plenamente la opinión muy contraria y negativa que tiene Alan Moore sobre las adaptaciones de sus obras. Particularmente creo que no todas sus adaptaciones son malas, Wacthmen, por ejemplo, está muy bien adaptado, pero From Hell es un desastre. Voy a comentar sólo dos cosas de las muchas que se pueden comentar.
En aras, supongo, de simplificar, se omiten muchas cosas del comic algunas de vital importancia para comprender a William Gull. También se fusionan dos personajes en uno solo con resultados patéticos, me refiero a la fusión del inspector Abberline con la del vidente Robert James Lees. Lees es un personaje del que no he hablado hasta ahora. En la realidad fue un espiritualista-vidente que se ofreció a la policía para ayudar en la captura del Destripador formando, por tanto, parte relevante de la historia contada en Asesinato por decreto, en la serie de televisión y en el comic. Pues bien, la fusión de estos dos personajes da como resultado a un inspector de policía Abberline (Johnny Deep) yonqui nocturno, fumador de opio, bebedor de absenta, que pilla tales cuelgues que tiene unas visiones que siempre aciertan. Eso sí, todo es por un trauma familiar pasado y poco original, pero a la mañana siguiente de resaca nada, a trabajar con sus capacidades deductivas plenas. En segundo lugar tenemos que la película juega también a no desvelar la identidad del asesino hasta el último cuarto de la película, ¡acción que no sirve de nada! ¡Vana para los espectadores conocedores del comic! ¡Joder, que es como ver una película sobre la vida de Jesucristo!
Pero olvidando que es una adaptación de una obra concreta, suponiendo que se desconoce por completo la misma, el From Hell de los hermanos Hughes es una película torpe, muy torpe y, por tanto, mala. Tiene problemas de casting y de guion, no así de ambientación, que es lo único salvable. Ian Holm (mi adorado Bilbo Bolsón, mi querido Ash) no es la elección más acertada para un supuesto hombre corpulento capaz de agarrar a sus víctimas, estrangularlas y descuartizarlas. Y su actuación, la verdad, es que no ayuda mucho, se ve a la legua que es el malo que al final se desvelará. Johnny Deep está simplemente correcto si olvidamos que su caracterización, que siempre es muy parecida haga la película que haga, desentona con la época. Pero si hablamos de desentono tenemos a Heather Graham interpretando a Mary Jane Kelly, que está claro que en el 2001 estaba guapísima y muy limpia ¡muy en consonancia con la población con la que se rodea en el oscuro y deprimido barrio de Whitechapel por donde se pasea como si estuviera andando por encima de una pasarela en París!
A la torpeza del casting se le une la torpeza del guion. Aquí ya no puedo parar: ¿Cómo es posible que el detective visionario tenga una alucinación en la que su amada y muy pelirroja Mary Jane Kelly aparece con sus hijos en Irlanda? ¿Me estás diciendo a mitad de película que al final Mary Jane Kelly no va a morir? ¿Estás aplicando una especie de código Hays con la guapa y buena? Pero si William Gull sabía quiénes iban a ser sus víctimas, de hecho una noche mató a dos porque reconoció el error en la primera, ¿no se dio cuenta que la última tenía el pelo castaño y no el rojo cuasi-chillón que luce Mary Jane Kelly en la película? ¿Teniendo todo el tiempo que tuvo en su descuartizamiento? Pero eso sí, el sagaz Abberline se da cuenta a la primera.
Un despropósito.
¡Hala! ya me he quedado tranquilo.
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Recuerda, amigo lector, que estas reflexiones están basadas única y exclusivamente en mi opinión y gusto personal que puede, o no, coincidir con la del resto de los mortales.
Actualización: otro acercamiento a Jack el destripador en esta entrada
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